Emocionarte
Aristóteles decía: “el pensamiento condiciona la acción, la acción determina el comportamiento, el comportamiento repetido crea hábitos, los hábitos estructuran el carácter, y el carácter marca el destino”. Esto quiere decir que nuestros pensamientos influyen en nuestras acciones, y estas acciones repetidas a la larga definen nuestro carácter y destino”.
Lo anterior podría ser aplicable en muchas situaciones y casos; sin embargo, las porras no van a dar las capacidades que no se tienen, por ejemplo en consulta, cuando pretendo canalizar a una persona a psiquiatría menciono algo que podría sonar un poco fuerte, pero que he visto necesario: “imagina que tú le dices a tu hijo(a) que está en silla de ruedas ¡párate y échale ganas a jugar fútbol!”, existe la posibilidad de que le eche muchas ganas y tenga la intención de hacerlo, pero sus capacidades físicas no le permitirán hacer más”.
Ahora bien, es importante recalcar que lo anterior es solo para ejemplificar que en muchos de los casos “lo biológico y su función” determinarán la situación, y el hecho de que se piense que al decirle a una persona ¡Échale ganas!, mágicamente su cuerpo y cerebro comenzarán a funcionar, ” suena un tanto “ilógico”. Las discapacidades, las neurodivergencias y los trastornos mentales, son claros ejemplos de que la frase, no ayudará milagrosamente.
Enfocándome en los temas de salud mental, específicamente en el de la depresión, según el Dr. Jorge Luis Tizón, “la depresión no es una cuestión de falta de ganas o de no querer hacer las cosas, sino que es una enfermedad que afecta la química del cerebro y el funcionamiento del cuerpo”.
Biológicamente, la depresión puede afectar el cuerpo de varias maneras. Una de ellas es a través de la disminución de la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que regulan el estado de ánimo y la motivación. Esto puede llevar a una falta de energía y motivación, haciendo que las tareas diarias sean abrumadoras.
Además, la depresión también puede afectar el sistema inmunológico, lo que puede llevar a una mayor sensibilidad a las enfermedades y una disminución en la capacidad del cuerpo para combatir las infecciones.
En este sentido, el échaleganismo puede ser perjudicial porque ignora la complejidad biológica de la depresión y la reduce a una cuestión de falta de voluntad o determinación. Esto puede llevar a que las personas que luchan contra la depresión (o cualquier otro diagnóstico clínico) se puedan llegar a sentir culpables o inadecuadas, lo que puede empeorar su estado de ánimo.
De manera puntual, el échaleganismo, es un pensamiento erroneo que se considera una “filosofía” que promueve la idea de que con esfuerzo y determinación se puede superar cualquier obstáculo. Está idea ha sido objeto de debate en la comunidad psicológica y médica, porque aunque puede ser una herramienta motivadora para algunas personas que no presentan una condición como las mencionadas, también puede ser perjudicial para aquellos que luchan contra la depresión o alguna otra situación clínica.
En palabras del Dr. Tizón, “la depresión no es una cuestión de debilidad o de falta de carácter, sino que es una enfermedad que requiere tratamiento y apoyo”. En lugar de culpar a las personas por no tener la energía o la motivación para “echarle ganas”, apoyándoles y brindandoles el tratamiento y el cuidado que necesitan podrán superar su diagnóstico.
Continuando con lo anterior, culpar a las personas por no cumplir las expectativas esperadas sería una violencia disfrazada de motivación, y es que al intentar motivar de esa forma, se pierde el respeto a la persona de lo que si está haciendo y se termina invalidando al otro; además hay una agresión en hacerle pensar a la persona que es su culpa por no intentar y al tratar de hacerlo, hay desprecio y descalificación, como diría el sociólogo noruego Johan Galtung esto tiene tintes de violencia estructural (suma de los efectos negativos de las estructuras sociales).
Para finalizar, también creo relevante mencionar que está famosa frase del ¡Échale ganas! Es una expresión netamente de origen mexicano, la cual aparece como remedio (aquello que sirve para producir un cambio en las enfermedades). Por lo que en México, se adoptó el échaleganismo como una estructura de remedio que combate no solo los malestares físicos, sino también las adversidades y las carencias.
En conclusión, aunque el échaleganismo puede ser una herramienta motivadora para algunas personas, es importante reconocer que los trastornos mentales, las discapacidades y las neurodivergencias, pueden llegar a ser una situación compleja que requiere un enfoque más matizado y compasivo. Por tal motivo, es importante que se tenga en consideración que el apoyo familiar, la terapia y el acompañamiento médico psiquiátrico, son fundamentales para ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
“Antes de criticar a alguien, ponte en su lugar: Mira con los ojos del otro, escucha con las orejas del otro y siente con el corazón del otro”. Y quizá entonces tendrás la capacidad si no de “entender”, por lo menos acompañar.



